martes, 22 de noviembre de 2011

TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA de Mario Vargas Llosa (Penúltimo capítulo y bonito eh?)

...

-Una vez, hace un montón de años, en este mismo cuarto me preguntaste qué era para mí la felicidad, ¿te acuerdas, niño bueno? Y yo te dije que era el dinero, encontrar un hombre poderoso y muy rico. Me equivocaba. Ahora sé que tú eres para mí la felicidad.
Y, en ese momento, cuando iba a tomarla en mis brazos porque los ojos se le habían llenado de lágrimas, la campanilla del teléfono repiqueteó, haciéndonos dar un pequeño brinco a los dos.
-¡Ah, por fin! -exclamó la niña mala, levantando el fono-. El maldito teléfono. Lo arreglaron. Oui, oui, monsieur. Ça marche très bien, maintenant! Merci.

Antes de que colgara yo había saltado sobre ella y la abrazaba, apretándola con todas mis fuerzas. La besaba con furia, con ternura, se me atropellaba la voz mientras le decía:
-¿Sabes qué es lo más bonito, lo que más me ha alegrado de todas esas cosas que me has dicho, chilenita? "Oui, oui, monsieur. Ça marche très bien, maintenant."

...

Al salir de La Closerie des Lilas, en la pequeña placita donde la estatua del Mariscal Ney amenaza con su sable a las estrellas, a orillas de l'avenue de l'Observatoire, sentados en una banca, había dos clochards. La niña mala se detubo y me los señaló:
-¿Es ése, el de la derecha, el clochard que te salvó la vida esa noche, en el Pont Mirabeau, no es cierto?
-No, no creo que fuera él.
-Sí, sí -taconeó ella, enojada, ansiosa-. Es él, dime que sí es él, Ricardo.
-Sí, sí, fue él, tienes razón.
-Dame toda la plata que tengas en la cartera -me ordenó-. Los billetes y el sencillo también.
Hice lo que me pedía. Ella, entonces, con el dinero en la mano, se acercó a los dos clochards. La miraron como a un bicho raro, me imagino, pues estaba demasiado oscuro para verles las caras. Inclinada sobre él, la vi hablarle, entregarle el dinero, y, finalmente, vaya sorpresa, besar al clochard en las mejillas. Luego vino hacia mí, sonriendo como una niña que acaba de hacer una buena acción. Se cogió de mi brazo y echamos a andar por el boulevard Montparnasse. Hasta la École Militaire teníamos una buena media hora de marcha. Pero no hacía frío y no iba a llover.
-Ese clochard creerá que ha tenido un sueño, que se le apareció un hada caída del cielo. ¿Que le dijiste?
-Muchas gracias, señor clochard, por haberle salvado la vida a mi felicidad.
-Te estás volviendo huachafita tú también, niña mala -la besé en los labios-. Dime otra, otra, por favor.



*¡Que les puedo decir! Ufff, me encantó este capítulo, y ya solo me queda uno, el último. Jo, ahora me entra penilla al tener que ir terminando, jo.

1 comentario:

  1. Te lo dije en mi comentario anterior, extrañarás a la niña mala jajajaja
    Un abrazote

    Cecy

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