domingo, 10 de junio de 2012

HOLA, MIAMOR






Hola, MIAMOR:

Joer, me acuerdo que antes, cuando te llamaba AMOR, me sonaba raro, mejor dicho, rarísimo llamarte así. Porque no era tu nombre, y eso que yo sabía cómo te llamabas. Si, a veces, cuando te llamaba por tu nombre, era como si hablara con una amiga, como si fueras esa "personita" que te encuentras por la calle y te saluda. Eras como una cara simpática, con tu sonrisa, tu cara alegre, esa expresión interesante que me hacía quedarme parado y charlar contigo sobre lo que fuera... el día, el tiempo, las flores, los pájaros, ... Era como estar a la sombra de un árbol respirando su aroma e imaginando sueños que me reconfortaban y me hacían sentir bien.

Después, todo fue girando. Yo creo que me fui obsesionando contigo. Sólo quería estar contigo. Todo lo demás me daba igual. Eras como una droga que no te deja en paz. Ni dormir, ni pensar, casi casi ni comer. Jajaja... yo creo que hasta perdí 6 u 8 kilos en ese tiempo. Soñaba con tu cuerpo y el mío, juntos, abrazados, haciendo el amor sin parar. Te habías convertido en una máquina. La máquina de mis deseos. Era como frotar una lámpara mágica y salías de la nada, dando un brinco y abrazándome del cuello. A veces me quería marchar y olvidarte, y otras, no sabía ni dónde ir, ni sabía qué hacer si no estabas. Uff, se pasa mal. Parece como si los problemas no se terminaran. Solucionabas uno, te venían tres; cuando creías que todo era paz y tranquilidad, surgían los celos, o algún desastre, o ese miedo que todos tenemos a vernos encerrados en una prisión. Aislados del mundo y pensando: "Diossss, ¿voy a tener que estar siempre así? ¿Y con esta tía toda mi vida? Tierra, trágame."

Y dejamos que pasara un tiempo. Bueno, mucho más que un tiempo. Si, hablábamos y reíamos... pero muy de tarde en tarde. Era como un principio que nos habíamos marcado para no volver a tener que pasar por los malos momentos. Aunque los dos buscábamos eso. Pasarlo mal para estar otra vez juntos. No, decidimos que no tenemos que obsesionarnos. Ni dar malos tragos a los demás. Los dos estábamos enamorados, si. Pero era como algo más... "platónico"? No, porque los dos sentíamos lo mismo, ¿cómo lo llamaría... "adulto"? Si, en parte era así. Si nos apetecía pasear, paseábamos. Si nos apetecía cogernos de la mano, nos cogíamos. Si nos apetecía mirarnos cara a cara, nos mirábamos. Hasta, a veces, yo te abrazaba y nos besábamos. Y seguíamos siendo amigos. Cada uno vivía su vida. Teníamos ganas de estar juntos, pero no queríamos herirnos.

Y fíjate, ahora te llamo AMOR y me parece que ése ha sido siempre tu nombre. Casi no me acuerdo del tuyo verdadero. Si, bueno, recuerdo las letras que tiene y cómo lo abreviaba para no decirlo entero, pero cuando te digo AMOR, MIAMOR, AMORMÍO, es... como si te hubiera puesto yo el nombre, y tu lo hubieras aceptado por mí. Es como si te hubiera puesto el anillo que se pone en las bodas y te hubieras convertido en lo que más quiero. Como si te hubieras vuelto mi conciencia (jajja, con la que suelo hablar a solas cuando tu no estás, como ahora, jajaj). Y me encanta llamarte AMOR, MIAMOR, AMORMÍO, porque parece que eres mi osito de peluche, mi reina, mi hermana, mi amante, mi amiga, el perdón y el pecado,... todo junto y mezclado. Un viaje paseando contigo que no quiero que tenga final... AAAAAUUUUUUMMMMFFFFFMMMMUUUAAAAKKKKKKKKKKKKKKKKK.


COMUNERO

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿DE DÓNDE ERES?