miércoles, 24 de febrero de 2010

UN POCO DE LECTURA

Hacía ya un tiempo que no escribía, y sentía que algo se me había olvidado. Por eso ahora cuando he visto que tengo "visitas", quiero ponerme a escribir.

Pero, ¿qué hace falta para escribir?

Bueno, yo creo que para empezar a escribir hay que tener en mente una historia. Puede que sea cierta o inventada, pero una historia que cuente algo. Lo que sea. Algo que al lector le interese o le recuerde situaciones que él también las pueda revivir. Porque contar historias es como revivir en cierto modo, otro momento, otro lugar y otros protagonistas.

Hoy los protagonistas serán,... serán,... jajaj, qué suspense ¿eh? Dejemos que el azar nos vaya dictando las normas y no nos ciñamos a un guión.

Veremos qué sale de todo este galimatías.


"La ciudad. Es vieja y pequeña. De las de antes. De esas que tienen su catedral, su monumento romano, sus incontables iglesias,... ¡Ah! Se me olvidaba, solo hay una calle principal, de la cual salen las aledañas y suelen ser muchísimo más estrechas.

Es en esta calle donde la vida cobra sentido. Desde la mañana, hasta que vuelve a amanecer, los habitantes surgen como ratas en busca de su comida, sus trabajos y sus chismes.

Muchas de estas personas son ancianas y ancianos que no tienen nada qué hacer. O si, porque de todo se cansa uno. Hasta de vivir, como diría la abuela de uno de los vecinos la cual no se levanta de la cama ni a comer.

Pero hoy la noticia es cómo acabar con la crisis y, como diría alguien, no morir en el intento.

Tenemos de frente a nosotros, sentados en el banco de la caferería que hay a mitad de camino, a los cuatro viejecetes de turno. Piensan que son dueños y señores del conocimiento y de la sapiencia. Se creen los reyes del barrio y cuando pasa alguna chavala, jajaja, la miran sin pestañear.

- ¿Quién tuviera cincuenta años menos?
- Jajaj, seguro que ésa que está pasando, los tiene.

Nadie se fija en ellos. Hay chicos que corren tras de un balón. Claro, como por aquí no pueden pasar los coches... Es una calle peatonal. Ya lleva diez o quince años que no dejan pasar a ningún vehículo, a no ser los del reparto, y esos sólo lo pueden hacer de ocho a diez de la mañana. Bueno, y luego están las ambulancias y los policías, que pueden circular a cualquier hora.

Pero los conductores más habituales que se pueden ver, son las viejecitas que llevan su carrito de la compra como si llevaran un perrito de paseo. Eeeh, que también las hay. Me refiero que también las hay que llevan su perrito. Si, porque los de los haskis y los dovermann, suelen ser los chavales del instituto, o algún que otro dandi recién salido del ayuntamiento y para que nadie le parta la cara se lleva al perro. O el perro le lleva a él porque parece como si le arrastrara.

Siempre hay algún mendigo pidiendo. Y cuadrillas de gitanos y gitanas. Los gitanos con sus anillos de oro, sus relojes de oro, sus dientes de oro, y sus pelos ensortijados y recién lamidos de gomina. Casi siempre vestidos de oscuro. Y el bigotillo por encima de los labios y recortado por debajo de la nariz. Las gitanas con faldas amplias, como mantas, con fajo, refajo y contrafajo. Desgreñadas como si hubieran acabado de regatear en algún comercio con el dependiente para sacarle un par de cartones de leche y unas rosquillas. Cuando las veo, están regañando.

- Pues mi "cachús" ma decido qui va vendé el macho...

(Alargando las vocales tildadas).

- Pues cuando lo venda, me va comprá un abrigo de piele de sorro.

(Echando la cabeza para atrás y resaltando el escote)..."



En fin, creo que con esto queda un poco saciado el apetito por escribir. Otro día les cuento otra cosa. Por hoy ya vale.

1 comentario:

  1. Escribir es bonito, aqui como siempre tus frases cuentan historias de siempre, de ayer y hoy, que tambien serán, mañana.
    Los jovenes y los viejos, tiempos y razas mezcladas, están los espabilados y los llenos de ignorancia, tus historias son, amenas y sinceras, alegran el alma entera.
    Un abrazo.
    Ambar.

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