martes, 29 de noviembre de 2011

PARA LOS QUE NO TENGAN VÉRTIGO A LAS ALTURAS



No me digan a mí, que no impresiona la foto. Está sacada de un blog titulado LA PEÑA DEL BULIN.
Lo he estado mirando y es fascinante que la gente se suba a esas montañas, más bien paredes. Y cuando llegan arriba, o bien vuelven a bajar por el mismo lado, o se van a otra pared y la suben.

Yo viendo la foto, me entra un tembleque en el estómago...

Creo que esto es para valientes. Yo prefiero estar sentadito y con los pies en el suelo.

viernes, 25 de noviembre de 2011

¿NUEVAS DEFINICIONES?

INESTABLE: Mesa norteamericana de Inés.

ENVERGADURA:
Lugar de la anatomía humana en dónde se colocan los condones.

ONDEANDO: Onde estoy.

CAMARÓN: Aparato enorme que saca fotos.

DECIMAL:
Pronunciar equivocadamente.

BECERRO: Que ve u observa una loma o colina.

BERMUDAS: Observar a las que no hablan.

TELEPATÍA: aparato de TV para la hermana de mi mamá.

TELÓN:
Tela de 50 metros... o más.

ANÓMALO:
Hemorroides.

BERRO:
Bastor Alebán.

BARBARISMO:
Colección exagerada de muñecas barbie.

POLINESIA:
Mujer Policía que no se entera de nada.

CHINCHILLA:
Auchenchia de un lugar para chentarche.

DIADEMAS:
Veintinueve de febrero.

DILEMAS: Háblale más.

MANIFIESTA: Juerga de cacahuetes.

MEOLLO:
Me escucho.

TOTOPO:
Mamamífero ciciciego dede pepelo nenegro que cocome frifrijoles.

ATIBORRARTE:
Desaparecerte.

CACAREO: Excremento del preso.

CACHIVACHE: Pequeño hoyo en el pavimento que está a punto de convertirse en vache.

ELECCIÓN: Lo que expelimenta un oliental al vel una película polno.

ENDOSCOPIO: Me preparo para todos los exámenes excepto para dos.

NITRATO:
Ni lo intento..

NUEVAMENTE: Cerebro sin usar.

TALENTO: No ta rápido.

ESGUINCE:
Uno más gatorce.

ESMALTE:
Ni lune ni miélcole..

SORPRENDIDA: Monja en llamas.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA de Mario Vargas Llosa (...Y fin)


Bueno, señores, quería decirles que desde que comencé a leer esta novela allá por el mes de Junio, y por la recomendación de LUCIÉRNAGA, creí que iba a pasarme todo el tiempo imaginando a Ricardito Somocurcio y a "la niña mala", viajando por todo el globo y encontrándose en los lugares menos sospechados para terminar zafándose cada uno por su lado con otro/a.

He de confesar que, en esta semana, cuando todo lo que tenía que hacer ya lo tenía hecho, no me ocupaba otra cosa el tiempo que leer la novela. Y, sobretodo, los dos últimos capítulos son, para mí, los más interesantes, sin despreciar nada de los anteriores que describen, a veces demás, la situación que sucecía en tiempos que transcurre la novela.

Pero es una novela para aconsejar leer. No sé si se lo van a creer, pero ya a partir del anteúltimo capítulo, cada vez que la vista recorría las frases, dentro de mi cabeza una voz me iba dictando las palabras con el mismo acento de un hispano sudamericano, casi casi como si me estuviera convirtiendo en peruanito, por no decir en el protagonista, Ricardito. Y yo mismo me sorprendía.

Ahora al terminar la obra de Mario Vargas Llosa, TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA, tengo la sensación de seguir viendo la sonrisa de la niña mala junto con una lagrimita corriendo por sus mejillas y recibiendo los besos tiernos del protagonista en el cuarto de la casita de las afueras de Sète...


...

...Una tarde, sentados en el jardín, a la hora del crepúsculo, me dijo que, si algún día se me ocurría escribir nuestra historia de amor, que no la hiciera quedar muy mal porque, entonces, su fantasma vendría a jalarme los pies todas las noches.
-¿Y por qué se te ha ocurrido eso?
-Porque siempre has querido ser un escritor y no te atrevías. Ahora que te vas a quedar solito, puedes aprovechar, así no me extrañarás tanto. Por lo menos, confiesa que te he dado tema para una novela. ¿No, niño bueno?



martes, 22 de noviembre de 2011

TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA de Mario Vargas Llosa (Penúltimo capítulo y bonito eh?)

...

-Una vez, hace un montón de años, en este mismo cuarto me preguntaste qué era para mí la felicidad, ¿te acuerdas, niño bueno? Y yo te dije que era el dinero, encontrar un hombre poderoso y muy rico. Me equivocaba. Ahora sé que tú eres para mí la felicidad.
Y, en ese momento, cuando iba a tomarla en mis brazos porque los ojos se le habían llenado de lágrimas, la campanilla del teléfono repiqueteó, haciéndonos dar un pequeño brinco a los dos.
-¡Ah, por fin! -exclamó la niña mala, levantando el fono-. El maldito teléfono. Lo arreglaron. Oui, oui, monsieur. Ça marche très bien, maintenant! Merci.

Antes de que colgara yo había saltado sobre ella y la abrazaba, apretándola con todas mis fuerzas. La besaba con furia, con ternura, se me atropellaba la voz mientras le decía:
-¿Sabes qué es lo más bonito, lo que más me ha alegrado de todas esas cosas que me has dicho, chilenita? "Oui, oui, monsieur. Ça marche très bien, maintenant."

...

Al salir de La Closerie des Lilas, en la pequeña placita donde la estatua del Mariscal Ney amenaza con su sable a las estrellas, a orillas de l'avenue de l'Observatoire, sentados en una banca, había dos clochards. La niña mala se detubo y me los señaló:
-¿Es ése, el de la derecha, el clochard que te salvó la vida esa noche, en el Pont Mirabeau, no es cierto?
-No, no creo que fuera él.
-Sí, sí -taconeó ella, enojada, ansiosa-. Es él, dime que sí es él, Ricardo.
-Sí, sí, fue él, tienes razón.
-Dame toda la plata que tengas en la cartera -me ordenó-. Los billetes y el sencillo también.
Hice lo que me pedía. Ella, entonces, con el dinero en la mano, se acercó a los dos clochards. La miraron como a un bicho raro, me imagino, pues estaba demasiado oscuro para verles las caras. Inclinada sobre él, la vi hablarle, entregarle el dinero, y, finalmente, vaya sorpresa, besar al clochard en las mejillas. Luego vino hacia mí, sonriendo como una niña que acaba de hacer una buena acción. Se cogió de mi brazo y echamos a andar por el boulevard Montparnasse. Hasta la École Militaire teníamos una buena media hora de marcha. Pero no hacía frío y no iba a llover.
-Ese clochard creerá que ha tenido un sueño, que se le apareció un hada caída del cielo. ¿Que le dijiste?
-Muchas gracias, señor clochard, por haberle salvado la vida a mi felicidad.
-Te estás volviendo huachafita tú también, niña mala -la besé en los labios-. Dime otra, otra, por favor.



*¡Que les puedo decir! Ufff, me encantó este capítulo, y ya solo me queda uno, el último. Jo, ahora me entra penilla al tener que ir terminando, jo.

lunes, 21 de noviembre de 2011

TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA de Mario Vargas LLosa (Ni sé qué capítulo ya)


...

Cuando, un rato después, intenté que se pusiera de pie, le tembraron las piernas y se dejó caer en la silla, exhausta. Hice que un camarero de Le Procope trajera un taxi del paradero de la esquina de Saint Germain hasta la puerta del restaurante y que me ayudara a sacarla a la calle. La llevamos entre los dos, alzada en peso de la cintura. Cuando me oyó decirle al taxi que nos condujera al hospital más cercano -"¿el Hotel Dieu, en la Cité, no?"- se me prendió con desesperación: "No, no, a un hospital de ninguna manera, no, no", Me vi obligado a rectificar y pedirle al taxista que nos llevara más bien a la rue Joseph Granier. En el trayecto hasta mi casa - la tenía apoyada en mi hombro- volvió a perder el sentido por unos segundos. Su cuerpo se ablandó y se chorreó en el asiento. Al enderezarla, sentí todos los huesecillos de su espalda. En la puerta del edificio art déco, llamé por el intercomunicador a Simon y Elena, a pedirles que bajaran para ayudarme.
La subimos entre los tres a mi departamento y la acostamos en mi cama. Mis amigos no me preguntaron nada, pero miraban a la niña mala con una curiosidad voraz, como a un resucitado. Elena le prestó un camisón y le tomó la temperatura y la presión arterial. No tenía fiebre, pero su presión estaba bajísima. Cuando recuperó del todo el conocimiento, Elena le hizo beber a sorbos una taza de té hirbiendo, con dos pastillas que, le dijo, eran simples reconstituyentes. Al despedirse, me aseguró que no veía ningún peligro inminente, pero que si, en el curso de la noche, se sentía mal, la despertara. Ella misma llamaría al Hospital Cochin para que enviaran una ambulancia. En vista de esos desvanecimientos, era indispensable un examen médico completo. Ella lo arreglaría todo, pero tomaría por lo menos un par de días.
Cuando regresé al dormitorio, la enconté con los ojos muy abiertos.
-Debes estar maldiciendo la hora en que me contestaste el teléfono -dijo-. Sólo he venido a crearte problemas.

-Desde que te conozco, no has hecho más que crearme problemas. Es mi destino. Y no hay nada que hacer contra el destino. Mira, aquí tienes, por si la necesitas. Es la tuya. Eso sí, me la devuelves.
Y saqué del velador la escobilla de Guerlain. La examinó, divertida.
-¿O sea que la sigues guardando? Es la segunda galantería de la noche. Qué lujo. ¿Dónde vas a dormir tú, se puede saber?
-El sofá de la salita es un sofá cama, así que no te hagas ilusiones. No hay la menor posibilidad de que duerma contigo.
Se rió otra vez. Pero ese pequeño esfuerzo la fatigó y, encogiéndose bajo las sábanas, cerró los ojos. La abrigué con las frazadas y le puse también mi bata de levantar, a los pies. Fui a lavarme los dientes, a ponerme el piyama y a estirar el sofá cama de la salita. Cuando volví al dormitorio, ella dormía, respirando con normalidad. El resplandor de la calle que se filtraba por la claraboya iluminaba su cara: siempre muy pálida, con la nariz afilada y, entre sus cabellos, asomaban sus lindas orejitas. Tenía la boca entreabierta, le palpitaban las aletas de la nariz y su expresión era lánguida, de total abandono. Al rozarle los cabellos con mis labios sentí en mi cara su aliento. Me fui a acostar. Casi de inmediato caí dormido, pero me desperté un par de veces en la noche y las dos me levanté en puntas de pie para ir a verla. Dormía, respirando parejo. Tenía la piel de la cara muy estirada y resaltaban sus huesos. Con la respiración, su pecho subía y bajaba las frazadas, ligeramente. Estuve adivinando su pequeño corazón, imaginando cómo palpitaba cansado.

...

*Ahora ya me está gustando.
Es como si los personajes se volvieran más tiernos.
Seguiré leyendo hasta donde pueda, pero si puedo quiero llegar hasta el final.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Esto es un cuento que me impresionó cuando lo leí.
Se titula "3.716" y todavía lo sigo recordando.
Es de un tipo al que le tenía gran amistad y, que perdí
la huella.
Él se llama MANUEL ALVAREZ de Morcín (Asturias):



3.716



Las peleas entre Roberto y Clara, siempre acababan de la misma forma: Roberto salía de casa dando un fuerte portazo y se dirigía a algún club de alterne donde, entre copas y conversación, dejaba evaporarse su mal humor y, algunas veces, acababa acostándose con alguna chica. Pero aquella noche el ambiente no le gustó nada pues la mayoría de las chicas eran rusas, aclarando que, para Roberto eran rusas todas las procedentes de los países del este europeo, todas ellas de rubios cabellos y con ojos copiados del color del cielo, pero que era difícil hablar con ellas, toda vez que apenas chapurreaban una docena de palabras: "Si cariño", "¿Me invitas a una copa?", y muy poco más.
A Roberto le gustaban las sudamericanas, con su hablar dulzón, cariñoso y comprensivo, pero ya se sabe que el día en que las cosas están torcidas nada sale bien y, precisamente aquel día, ¡vaya casualidad!, ni una sola argentina para contarle sus penas a cambio de consuelo y apoyo. Eso sí, las copas se mantenían siempre llenas, pero eso no significaba ningún problema para él pues era un buen ingeniero que gozaba de un magnífico sueldo y en su casa no pasaban ninguna dificultad económica, pues Clara pertenecía a una clase acomodada.
La falta de conversación fue sustituida por una copa tras otra, mientras pensaba en la forma de reconciliarse con Clara, así es que, cuando abandonó el local la noche le recibió burlona, engañándole en sus pasos y haciendo que estos fueran inseguros y desiguales. Tras ardua pelea con las llaves, consiguió poner el coche en marcha pero, aunque a esas horas de la noche la carretera estaba tranquila y apenas circulaba algún que otro noctámbulo, lo cierto es que los pocos automóviles que se cruzaban con él, le incrustaban su luz en el mismo cerebro.
- ¡Lo que me faltaba! – exclamó al ver un control de alcoholemia situado ya a pocos metros.
Pero esto no le inquietó demasiado, pues contaba con la ventaja de conocer perfectamente el terreno, ya que había nacido y se había criado a menos de dos kilómetros del lugar. Así que, dispuesto a burlar el control, apretó con fuerza su zapato contra el acelerador y el potente automóvil salió disparado ante la sorpresa de la guardia civil y, en el mínimo tiempo que éstos necesitaron para reaccionar, ya estaba escondido en un recóndito camino, el mismo camino donde había dado sus primeros besos a María cuando ambos regresaban de la escuela.
Sumido en este recuerdo, notó que una alegre música flotaba en el ambiente, por lo que, deseoso de captarla plenamente, bajó la ventanilla y escuchó con atención. Efectivamente, muy cerca de donde él se encontraba se estaba celebrando una fiesta que, a juzgar por el alboroto y las risas, parecía estar muy concurrida y animada.
De pronto recordó que era el día en que se celebraba la fiesta de San Juan de Mata y que esta era, precisamente, la razón por la que había discutido con Clara, ya que ella no había querido volver al pueblo donde él había nacido, ni siquiera en sus fiestas patronales. Así que, aunque solamente fuera por molestar a Clara, se apeó del coche y dirigió sus pasos hacia el lugar donde se estaba celebrando la fiesta, observando que la firmeza había retornado a sus piernas que ahora caminaban con decisión.
Experimentó una gran alegría al reconocer a Rosa, que estaba detrás de la barra del bar, pues esta mujer siempre había sido tan buena y servicial para todos como una auténtica madre.
Roberto estaba loco de contento, pues todos le saludaban cariñosamente y querían invitarle mientras le hablaban de viejos recuerdos que volvían a su mente y le llenaban de felicidad. Esta llegó al máximo cuando vio a María, que estaba igual que cuando en su juventud se enamoró de ella. En aquel momento reconoció sin lugar a dudas que María había sido el gran amor de su vida pero, en aquellos tiempos él era más ambicioso y el hecho de casarse con Clara significaba llegar a una clase social que colmaba sus sueños de grandeza.
En el transcurso de la fiesta sortearon un cordero que, paradojas de la vida, fue a tocarle precisamente a él, que vivía en la ciudad. ¡Como para ocurrírsele soltarlo por el jardín!. ¿Cómo se pondría Clara?. Se volvería histérica y seguramente él y el cordero deberían abandonar la casa definitivamente. Así que pensó que lo dejaría en Bueño pues, su casa y sus fincas aun estaban en buen estado. De esta forma podría seguir viniendo a su pueblo natal, vería con frecuencia a María y el resto de vecinos y todo volvería a ser como antes de hermoso.
Con la mirada, Roberto recorrió toda la fiesta y pensó que, a muchos de los presentes los había dado por muertos y que, incluso, le había parecido haber visto la esquela de alguno en el periódico. Meditando este hecho, llegó a la conclusión de que, cuando pasas mucho tiempo sin ver a algún amigo o vecino, llegas a pensar que ha muerto.
En aquel momento la orquesta comenzó a tocar su canción favorita, que era también la de María, así que amarró el cordero a uno de los postes y se fue a invitar a María a bailar y observó con satisfacción que ella, sin decir nada, se dejaba abrazar como si llevara años esperando ese momento.
Al acabar el baile, la organización anunció un nuevo sorteo. El afortunado podría vivir para siempre en Bueño, no tendría que trabajar más y se garantizaba su felicidad para siempre en el pueblo, siempre que aceptara el premio. Cuando resultó premiado el número tres mil setecientos dieciséis, a Roberto le resultó familiar y, además, notó que toda la gente le miraba, mientras aún sostenía a María entre sus brazos. Sin soltar del todo a la muchacha, miró su papeleta y comprobó que, efectivamente, era la suya la premiada y durante un instante pensó en Clara y en su vida actual pero, definitivamente decidió que aceptaría el premio.
El número es 3716, repitió el guardia civil a su compañero que redactaba el informe, mientras comentaban lo difícil que resulta algunas veces el comportamiento de algunas personas ante las señales de alto en un control de alcoholemia. En este caso, el conductor decidió acelerar a fondo y el coche salió disparado, saltó la valla y cayó por el precipicio mientras se incendiaba. Cuando, por fin y tras la intervención de los bomberos, consiguieron sofocar el incendio, comprobaron que en su interior viajaba una sola persona que había quedado completamente carbonizada.
Tan solo parte de una placa de matrícula se había salvado del incendio, por haberse desprendido al saltar la valla y en ella se podía leer claramente el número 3716.


jueves, 17 de noviembre de 2011

¿CHISTE?:

En Urgencias del Hospital de Cruces...



La noticia es graciosa, pero lo más gracioso es leer los comentarios que se publicaron en un foro del periódico (debajo)...


1º NOTICIA:

Una pareja usa una bolsa de pipas como preservativo

La chica tuvo que ingresar en el servicio de Urgencias de un hospital vasco para que le extrajesen el envoltorio. Una joven tuvo que ser atendida en Urgencias por intentar mantener relaciones sexuales con una bolsa de pipas a modo de preservativo. El caso lo relata El Correo, que explica que la "fogosidad" del momento llevó a la chica a usar el envoltorio del fruto seco. El hallazgo tuvo lugar en el hospital de Cruces hace unas semanas. Sus facultativos no dieron crédito, aunque la pareja trató de dar explicaciones respecto a su decisión extrema de usar un paquete de pipas como si se tratase de un condón. Aunque parezca mentira, casos como éste "pasan más a menudo de lo que nos podemos imaginar", declararon los médicos al diario vasco.

2º:

FORO DEL PERIÓDICO TRAS LEER LA NOTICIA:

• Si la cosa falló, propongo que al niño le llamen Facundo.
• Con lo difícil que es ligar en Bilbao, no queda de otra que entender al chico, tenía que echar mano de lo que fuera.
• A mi lo que me parece raro es que no fuese a urgencias el amigo, por que con la sal de las pipas se le pudo poner el capuyo como un pimiento
• Me parece que no se enteraron bien de qué significa "pasarlo pipa", cuando lo dije, no me refería a eso, animalitos.
• Lo mismo en su casa tiene los frutos secos metidos en condones
• Yo soy más de bolsa de cheetos sabor a queso, eso sí tamaño familiar ¿¿eehh??, lo único que luego ando con la pilila anaranjada y oliendo a quesazo durante un par de semanas.
• Janette, quedamos este finde?. Yo llevo el tubo de pringles...
• Ya tiene inspiración el Leonardo Dantés para su próxima canción. Pipas y casquete, todo en el mismo paquete.
• PIPEX: fuertes sensaciones
• Pipas facundo, un placer de este Mundo
• Que buena idea, podrian fabricar control, con sabor a pipa, o chorizo iberico, para la hora del aperitivo
• Pero, ¿con las pipas dentro? espero que no fueran sabor tijuana...
• Je, pues como sean de El Piponazo....
• Se lo pasarian pipa al principio.
• Con lo difícil que es pillar en euskadi, cualquier solución vale. No está la cosa para desaprovechar ocasiones. A saber si el año que viene volverá a tener una oportunidad así...!
• Seguro que ni miró si llevaba premio
• ¿Bolsa de pipas para el pajarito.? No tenía un pajarito tenía un loro JAJAJAJA
• PASATIEMPOS DE VERANO ¿Qué estaba haciendo esta pareja cuando ocurrió el incidente?
A) Estaban plantando girasoles.
B) Estaban alimentando al pajarito.
C) Se lo estaban pasando pipa.
• Me parece un comportamiento típico de vasco abertzale: pratican la kale borroka una noche y el koito borriko la siguiente.
• Si fueron al hospital no eran del mismo Bilbao, serían de alrededores ......
• Nunca me iré de este mundo sin follar con pipa Facundo. ¿O era Fecundo?
• Si es niño: Facundo y si es Niña: CHURRUCA!!!

miércoles, 16 de noviembre de 2011

TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA de Mario Vargas Llosa(Parte... no se cuántos)



...

"Había dos taxis esperando en la puerta del edificio. A mí me tocó ir solo con Kuriko, porque así lo indicó, con un simple gesto imperativo, el señor Fukuda, quien se metió en el otro taxi con el Trujimán y Mitsuko. Apenas partimos sentí que la niña mala me cogía la mano y se la llevaba a las piernas, para que yo la tocara.
-¿No es acaso tan celoso? -dije, señalando al otro taxi, que nos rebasaba-. ¿Cómo te deja venir sola conmigo?
Ella no se dio por entendida.
-No pongas esa cara, zonzito -me dijo-. ¿Ya no me quieres, entonces?
-Te odio -le dije-. Nunca he sentido tantos celos como ahora. ¿O sea que ese enano, ese aborto de hombre, es el gran amor de tu vida?
-Deja de decir tonterías y, más bien, bésame.
Me echó los brazos al cuello, me ofreció su boca y sentí la puntita de su lengua enredándose en la mía. Me dejó besarla largamente, y ella respondía a mis besos con alegría.
-Te quiero, maldita sea, te quiero, te amo -le imploré, en el oído-. Vente conmigo, japonesita, ven, te juro que seremos muy felices.
-Cuidado, ya estamos llegando -dijo ella. Se apartó de mí, sacó un kleenex de su cartera y se retocó la boca- . Límpiate los labios, te he dejado un poco de rouge.

...



*Bueeeno, pues ya ven que he vuelto a la lectura de la novela que, en su momento, dejé aparcada.

Seguiremos con la lectura y de vez en cuando les iré contando cómo le va al pobre de Ricardito.

lunes, 14 de noviembre de 2011

CHISTE

Estaba el gitano Manué hablando con su compadre Rafaé y le dice:

-A mí toas las palabras que acaban con la letra R que me gustan mira tú, el
comeR, el bebeR, el joeR, el sisaR, el nadaR en la piscina, como pué vé que
tó lo que acaba en R é güeno.

-Compadre, dice Rafaé, y trabajar también te gusta?

-Trabajalll ???

domingo, 13 de noviembre de 2011

¡COMO HEMOS CAMBIADO!

A ver, situémonos. ¿En qué año estamos? ¿Qué mes? ¿Qué día?

Es 13 se Noviembre de 2011.

Diossss, pues es que parece como si yo me hubiera quedado estancado en otro tiempo.
No sé, tengo la sensación de estar viviendo en 1900 y pico, vamos que no me acostumbro a estar ya en un 2000 y pico, como estamos.

Yo pensaba que cuando llegáramos al 2000 la sociedad iba a ser casi como robots. Como eso que escribió George Orwel del Gran Hermano que nos vigilaría a todos y que habría "Alfas", "Betas" y "Omegas" personas que serían los parias de la sociedad. Vamos que seríamos como las hormigas. Cada uno haciendo su trabajo y que nos incubarían a todos y cuando naciéramos seríamos escogidos para cada estamento.

Pero no. Seguimos igual. Las mismas guerras, con distintos personajes... Los mismos mandatarios con distintos collares... Los mismos sufridores a los que les cae todo el peso de lo que nadie quiere darse cuenta, como son la pobreza, el hambre, las injusticias que ya se cometían el siglo pasado, y para colmo, las televisiones nos lo presentan buscando la "carnaza". Cuanto más desagradable sea, más televidentes que aportan audiencia. ¿Qué ha cambiado?

Si, yo creo que todavía sigo viviendo en el siglo pasado. Para mí no ha cambiado nada.

Bueno si, si que ha cambiado algo. Hoy he hablado con mi sobrina y casi me da una lección de cómo responder a una compañía telefónica para que te devuelvan el dinero de la factura que no quieres pagar cuando se te acabe el contrato que tienes y que caduca en este mes. Y, oigan, por poco me hace llorar de lo inocente que me veo en estos asuntos. Me sentía tan mayor que creía que me estaba comportando como mi padre o mi madre cuando yo les tenía que enseñar lo que me habían hecho aprender en la escuela.

¡Cómo hemos cambiado! Si, señor.

Pero aún sigo pensando en el siglo pasado...

¿DE DÓNDE ERES?