sábado, 7 de abril de 2012

PATINAJE ARTÍSTICO




PATINAJE ARTÍSTICO

La patinadora fue deslizándose desde la puerta hasta el centro de la pista. Hizo un óvalo en el centro y, juntando las manos, se clavó mirando al techo del estadio.

De repente se hizo un silencio.
Todo el mundo la miraba.
Su faldita de tisú. Su endeble fisonomía. Su cara triste y sus ojos cerrados, daban la sensación de estar flotando en el aire.

Todos mirábamos expectantes, esperando el sonido de la música y los pasos que daría la chica.

Un piano se escuchó, como si rompieran a caer gotas del cielo. Richard Claydermann y una de sus canciones románticas contrayeron los corazones de los allí presentes.

La chica tomó impulso. Abrió los brazos y comenzó a trazar el recorrido como si fuera el sonido de un violín.

Se acercó a la barandilla. Como si se fuera a estampar contra ella, pero en el último suspiro, dio un giro y volvió al centro del receptáculo. Primero levantando una pierna, luego la otra, ... era como ver a una muñeca de una cajita de música siguiendo el ritmo.

De pronto, el piano se convirtió en algo grande. Algo majestuoso que soltara una capa de color oscuro. Como si las notas graves que se escuchaban nos estuvieran encogiendo en los asientos mientras esperábamos lo peor.

Ninguno dejábamos de mirar a la patinadora. Ella se había convertido en el centro de atención y era la que nos estaba haciendo sudar. La que nos dirigía con sus movimientos. La que, con su esfuerzo, nos tenía atrapados a todos.

Era como si nosotros mismos patináramos allí. En la pista. Detrás del surco que dejaban las cuchillas de sus patines.

Y de repente, el piano subió el tono hasta la nota más aguda. Justo en el momento en que la patinadora saltó. Dio tres vueltas en el aire, volvió al frío hielo y como una hoja seca que se desliza en el parque y aterriza sobre la silla de un columpio, se durmiera sin dejar de patinar.

Todos aplaudimos. La chica sonrió. Nadie dejó de soltar un suspiro.


El aire contenido volvía a llenar el estadio de calor sofocado.

Hubo más piruetas. Hubo más ovaciones. Las notas del teclado del piano fueron acompasándose cada vez más lentas,... más lentas,... más... hasta que, llegando al final, dejaron de oírse y la princesa del hielo se detuvo en el centro y girando y girando, se fue encogiendo, acuclillándose, y se paró.

¡¡¡Bravo!!! ¡¡¡Bravo!!! ¡¡¡Precioso!!! ¡¡¡Genial!!! Hasta un ¡¡¡Guapa!!! se pudo oír.


COMUNERO

lunes, 2 de abril de 2012

SERMÓN DEL LLANO ("JESÚS el CRISTO")


Sermón del Llano



JESÚS el CRISTO:

Benditos seáis los pobres -- porque vuestro es el Reino de Dios.

Benditos los que tenéis hambre -- porque seréis saciados.

Benditos los que lloráis -- porque reiréis.

Benditos seías aquellos a los que los hombres odien y rechacen e insulten y digan que sois malignos, por culpa del Hijo de Dios. Alegráos cuando suceda y bailad de júbilo, porque vuestra recompensa está guardada en el cielo -- desde los antepasados que hicieron lo mismo a los Profetas.


Cuán terrible es para los que sois ricos -- que habéis tenido una vida fácil.

Cuán terrible es para los que os reís -- porque lloraréis y gemiréis.

Cuán terrible cuando todos hablen bien de vosotros -- porque vuestros antepasados dijeron lo mismo de los falsos profetas.

Pero yo os digo que me escuchéis:

Amad a vuestros enemigos.

Haced el bien a los que os odian.

Bendecid a los que os insulten.

Rogad por aquellos que os malinterpreten.



Si alguien os golpea en una mejilla, déjadle que os golpee también en la otra.

Y si alguien os quita el abrigo, déjadle también la camisa.

Dad al que sea lo que os pida.

Y si alguien coge lo que es vuestro, no le pidáis que os lo devuelva.

Haced a los demás, lo que quisierais que os hicieran a vosotros.



Si amáis a las personas que os aman, porqué váis a recibir bendiciones -- si hasta los pecadores aman a los que les aman. Y si hacéis el bien a aquellos que os hacen el bien, porqué váis a recibir bendiciones -- los pecadores también lo hacen.

No, amad a vuestros enemigos y hacedles el bien. Sin esperar nada a cambio. Y recibiréis un magnífico regalo -- porque sois hijos del Dios de Las Alturas. Porque Él es bueno para el desagradecido y para el cruel.

Sed misericordiosos como vuestro Padre lo es.



No judguéis y no seréis judgados.

No condenéis y no seréis condenados.

Perdonad y seréis perdonados.



Dad y se os dará -- porque la medida con la que midáis, seréis medidos.



Un hombre ciego no puede guiar a otro. Y si lo hace, ambos caerán en la zanja.

Porqué véis la mancha en el ojo de vuestros hermanos, y no ponéis atención en la biga de vuestro propio ojo.



Una mujer: Qué feliz tiene que ser la madre que te parió y te cuidó.

Jesús: Más que eso, felices son aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la obedecen.


Texto traducido por mí de la película "JESÚS".

¿DE DÓNDE ERES?